La integración como antídoto frente a la radicalización

Uno de los factores de mayor riesgo de radicalización entre jóvenes que residen en entornos desfavorecidos es la precariedad socioeconómica. Por ello, el apoyo a la inserción profesional es una de las principales líneas de trabajo que contempla el convenio Shabab Moutasamih, que pusimos en marcha el pasado año, con el apoyo de la AECID, en cuatro barrios especialmente desfavorecidos de las ciudades de Tánger, Casablanca y Mdiq-fnideq, en Marruecos.

En uno de ellos, el barrio industrial de Bir Chiffae, en Tánger, varios grupos de jóvenes han iniciado sus ciclos de formación profesional. Estos jóvenes han sido previamente seleccionados a través del servicio de orientación profesional instalado en el centro que la asociación Chifae, socio local en el convenio, gestiona en el barrio.

Los alumnos presentan un perfil de elevado nivel de vulnerabilidad y escasa resiliencia ante la amenaza del extremismo violento. Por medio de los programas de inserción diseñados, los jóvenes son acompañados a lo largo de todo el itinerario de formación, búsqueda de empleo e integración en el mercado de trabajo, a través de la creación de proyectos de vida individualizados y con un programa complementario de desarrollo de habilidades sociales y personales, todo ello apoyado y supervisado por orientadores y mediadores profesionales.

“Me siento feliz de ver a mi hijo ocupado y motivado con la formación, que espero le ayude a encontrar un buen trabajo para ayudar a la familia”.

Fátima, madre de Abedlmoumen, alumno del curso profesional de restauración y catering.

Al tiempo, los jóvenes participan en un programa complementario de sensibilización e integración comunitaria, que pretende potenciar la promoción de valores y actitudes favorables a la convivencia pacífica y la tolerancia. Para ello, entre otras actividades, se han puesto en marcha talleres de convivencia y comunicación con sus familias, que contribuyen a la mejora de la autoestima y a la construcción de identidad.