Estamos asistiendo a la redefinición de las relaciones entre las empresas y las distintas entidades no lucrativas de desarrollo social. Unas y otras se deben a sus distintos públicos y buscan beneficios que no están tan enfrentados como pudiéramos creer.
El patrocinio surge como una figura de colaboración entre ambas partes que, gestionada con eficacia por los profesionales del llamado Tercer Sector, puede convertirse en una vía de financiación continuada que asegure la sostenibilidad de las actuaciones en materia de desarrollo social. En palabras de Juan Manuel Cendoya, nos encontramos ante “un estudio original, muy práctico y que expone con rotundidad los grandes beneficios que se derivan del patrocinio de los proyectos de desarrollo social”.
